lunes, 2 de julio de 2007

Vendiendo figuritas

¡Qué lindo que son los políticos pragmáticos!

Kirchner recibió a Macri y, según se dice acá, la reunión fue cordial. Y Macri, parece, recibió todo lo que fue a buscar: fotito y promesa del traspaso de la policía.

(¿Puedo decir, tangencialmente, que yo prefiero que el jefe de gobierno de la ciudad NO tenga policía propia? No es que la Federal sea un lujo asiático, pero las policías provinciales son de terror. Pero, no sé, me siento muy en minoría en esta posición.)


Aprovecho la noticia de esta entente para reflexionar sobre la idea de que “los votantes de Macri son todos gorilas”, clave de lectura de una desafortunada nota de Juan Pablo Feinmann que ha creado mucha controversia. Es que, como dicen muchos, si Macri ganó en todas las circunscripciones de la capital, incluido el Sur y los barrios pobres, a Macri lo debe haber votado más de un peronista.

Acá se juntan, me parece, dos cosas. La primera es que justamente el éxito de Macri en esta campaña se ha basado en su capacidad de convertirse en un verdadero “significante vacío” para mucha gente. Es paradójico, pero en la política actual (y no sólo en Argentina) muchas veces gana el candidato qué dice y habla menos. Así, las personas pueden proyectar en él, de alguna manera, lo que ellos querrían que el tipo fuera.

De alguna manera es la estrategia Chance Gardiner. Como Peter Sellers en la película, hay que dar bien en la foto y hablar con cuidadas vaguedades “no ideológicas”, en frases cortas y adecuadas para la televisión. Ayuda si uno no viene de un puesto de gestión pública, si uno “no es un político”, ya que así no hay un historial con el cual comparar.

(Por supuesto, no hubo candidato “vacío” más eficaz que Fernando de La Rua. ¡Qué bien quedaba con la campera de cuero!)

Me parece que algo de esto hubo con Macri. Porque no nos engañemos, a Macri lo votaron los antiperonistas, viendo en él, como dijo un comentador de La Barbarie, “un nuevo Echeverría luchando contra el tirano.” Y, sí, también lo votaron en el Sur, viendo en él, tal vez, una sensibilidad popular vehiculizada vía Boca. Y mujeres seducidas por su galanura de trato con su futura vicejefa. Y así.

(Kirchner tiene el problema de que dicedemasiado. Esto, entre otras cosas, no se le perdona.)

La clave de todo esto es el gobierno. Gobernar es decidir, y decidir es tomar partido entre demandas y actores en pugna. Ahí vamos a ver cómo cruje la coalición implícita que tan bien le armó Durán Barba.

Y, claro, hay un problemita. Cuándo Mauricio abre la boca, sale lo que piensa (¿no es lindo el discurso, diría Foucault?). Fijémonos, sino, en esta frase:

Este gobierno es como que no logra despertar la expectativa de un proyecto de largo plazo, de una pacificación interna, alarga demasiado el resentimiento.

(A mí, que quieren que les diga, más que ganas de proyectar me da miedito.)

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