Página 12 publico esta nota, en la que se destacan dos medidas que podría encarar la nueva gestión. La primera relacionada con la estrategia antinflacionaria:
"El nuevo jefe del Palacio de Hacienda está convencido de que el Estado debe intervenir con decisión en la regulación de los mercados, pero con mecanismos institucionales permanentes que trasciendan los acuerdos de precios coyunturales."
En una economía pequeña y concentrada, con una estrategia de desarrollo basada en un tipo de cambio real alto, la implementación de un régimen de control de precios institucional y permanente resulta, desde nuestra persepctiva, imprescindible. En este trabajo se muestra de manera aproxiamda el comportamiento de algunos sectores industriales a partir de la devaluación, quedando de manifiesto que ante la escaza concurrencia existente en el mercado nacional, la protección cambiaria da lugar a incrementos muy importantes en los márgenes, que resutlan ser bien jodidos en términos distributivos, y en términos de la sostenibilidad de la política macro. Si bien ante los indicios de aceleración inflacionaria basar la estrategia en los controles no parece suficiente, seguro que es una condición necesaria. Esperemos que prospere la iniciativa, y que consigan armar un equipo de trabajo con capacidad técnica y política para llevar adelante esta tarea.
La segunda medida refiere a la creación de un banco de desarrollo, cuestión sobre la que Tavos viene haciendo campaña desde hace unos meses. Dado el paupérrimo desarrollo del mercado financiero argentino (que la liberalización no contribuyó mucho a resolver), pareciera que la creación de una entidad de financiamiento de largo plazo es el complemento necesario e imprescindible de cualquier estrategia de desarrollo. Sería importante lograr una estructura lo más parecida posible a la del BNDES brasileño, que es un ejemplo de gestión, con cuadros profesionales de carrera, etc.
Me alegra que al menos los lineamientos generales de la gestión de Peirano vengan por este lado, y que no se produjera una sobrereacción ante la debacle de Felisa que terminara con Mario Blejer en el ministerio.
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