miércoles, 20 de junio de 2007

Filosofía del garca argentino

Existen miles de prototipos deambulando por las calles porteñas: uno de estos es el “Garca Argentino”.

La palabra suena fuerte, pero el concepto no tanto. Garca, es una contracción de garcador. Garcar es, con esmero lingüístico, “cagar” al revés. Sin embargo ser un “Garca" no significa necesariamente ser un cagador en todos los casos: contradicciones típicas del imaginario social.

Este prototipo se presenta y no pasa para nada desapercibido. Sus operaciones mentales son concisas: llega, saluda, y observa el panorama. A partir de ahí, saca conjeturas de sus interlocutores con una velocidad mental propia de quien hace de las relaciones públicas una forma de vida.

Cuando conjeturó y más o menos encasilló a su entorno, comienza a hablar desenfrenadamente. Y en el habla se reivindica con los demás, genera empatía en base a ejemplos y cosas que (según sus deducciones) son las que al otro le interesan. ¿Con qué fin? Con el fin de darse a conocer. Y es que está convencido de que, algún día, va a encontrar el negocio que le cambie la vida. Por eso está siempre atento.

Con la parla cotidiana, sabe que va a llegar a ser un grande. Sabe que a todo el mundo le llega la oportunidad de su vida, y ahí –cuando a él también le llegue- va a empezar a entrelazar los hilos que durante su vida fue tejiendo, aprovechando el favor de uno, uniendo la capacidad de otro y la adoración que generó en varios.

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